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Escuchando el Fondo Tomasa Cuevas

  • anamariaaj1
  • Apr 4
  • 4 min read

Updated: Apr 7

Marta Kaoba (der.) y Alba Luz (iz.)
Las cantautoras Marta Kaoba (iz.) y Alba Luz (der.)

Ayer, 3 de abril de 2025 me reuní por segunda vez con las cantautoras Marta Kaoba y Alba Luz. Nuestro encuentro tuvo lugar en el hermoso bar Las Ikas, en el barrio de Gracia. El objetivo principal era conversar sobre la experiencia que habían tenido unos días antes escuchando las canciones del Fondo Tomasa Cuevas, en el Archivo Histórico de la ciudad de Barcelona. En nuestro primer encuentro habíamos acordado que, antes de documentarse sobre Tomasa Cuevas o la historia de las prisiones durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), las dos músicas se centrarían exclusivamente en escuchar las canciones de dicho Fondo para ver "qué les decían".


El 1 de abril Marta y Alba fueron por primera vez al Archivo Histórico de la ciudad condal después de haber contactado por email con la archivera encargada del Fondo, Mercè Lázaro García. Ella les preparó los CDs correspondientes a las piezas musicales de dicho Fondo (digitalización de las cintas 314 y 316) y, además, incluyó la grabación del testimonio de Carmen Machado (a.k.a. "La Menor"), quien cantó y registró 6 de esas piezas (ver canciones 14 a 19 aquí). Con gran sensibilidad y atención al detalle, las cantautoras percibieron, en esta aproximación inicial, uno de los asuntos principales que destacan los testimonios recopilados por Cuevas en relación a las prácticas musicales en el contexto que aquí nos antañe: su utilización estratégica para "levantar la moral".


"Levantar la moral" es una expresión recurrente en varios testimonios del Fondo tanto de forma explícita como implícita. En relación a las prácticas musicales, la frase alude al uso de la música por parte de las presas políticas más jóvenes (i.e., "las menores") en distintos centros de reclusión franquista, para transmitir alegría a sus compañeras, animar tanto a las presas mayores como a aquellas castigadas o condenadas a muerte, o para denunciar, con un tono humorístico, las condiciones inhumanas de encarcelamiento a las que estaban sometidas. En palabras de Manolita del Arco: "siempre hubo algún motivo para la invención de coplas sobre nuestra estancia en la cárcel (...) con el gracejo propio de mujeres jóvenes con gran moral y optimismo" (pg. 385).


Ese "levantar la moral", creo yo, hacía parte de un esfuerzo colectivo por parte de las presas políticas de cuidarse a sí mismas (emocionalmente), de cuidar el entorno carcelario que forzosamente habitaban como reclusas y de cuidar a la sociedad (el mundo externo a la prisión) a la que pertenecían. "Cuidar", en este caso, era un acto político en un contexto carcelario que, especialmente entre 1939 y 1949, dificultaba a las presas implementar prácticas básicas de autocuidado (por ejemplo en lo relacionado al baño, el lavado de la ropa, la disposición de material higiénico para la regla y el post-parto o el acceso a sistemas sanitarios adecuados para hacer las deposiciones, entre otras cosas) y de cuidado de los otros (las reclusas con hijos, enfermeras y comadronas vieron sufrir y morir a niñas y niños por enfermedades curables, ante la inacción de las autoridades religiosas y seculares de las prisiones. Ver por ejemplo los testimonios de Petra Cuevas y Trinidad Gallego a.k.a. "la comadrona"). Así, se cantaba para acompañar física y emocionalmente a las compañeras que lo necesitaban (por ejemplo, ver pg. 295). Se cantaba para animarse en grupo durante actos de protesta como las huelgas de hambre de las cárceles de Ventas (enero de 1946) y Segovia (enero de 1949), realizadas para exigir mejoras en la alimentación para todo el recinto penitenciario. Y también, se cantaba para celebrar el 1ro de mayo o el 14 de abril, acompañando a la sociedad, tanto interna como externa a la prisión, en sus demandas de mejora de los entornos laboral y socio-político.


Desde un punto de vista teórico ese "cuidar" como acción política deriva, por un lado, de las propuestas del historiador Ricard Vinyes sobre el esfuerzo que hicieron las presas políticas en las prisiones franquistas para, precisamente, forjar y mantener esa identidad "de políticas", no reconocida por la dictadura. Para ello, se implementantaron colectivamente diferentes estrategias símbolicas (i.e. a través de la presentación y el arreglo personal, de la creación o representación de himnos, canciones políticas u obras musicales), económicas, sociales, políticas (i.e. la organización por partidos) y educativas, entre otras cosas (ver los libros de Vinyes Irredentas o El daño y la memoria). Por otro lado, esta idea de "cuidar" se basa en la propuesta de "ungrievable lives", en español "vidas sin duelo", de la filósofa Judith Butler, referente a contextos de guerra en los que el nulo respeto por ciertas vidas humanas (las vidas de los "enemigos") lleva a impedir hasta la posibilidad de enterrar y velar a los muertos. Cuidar, en estos contextos de guerra, implica arriesgar la vida para desarrollar acciones humanas básicas (i.e. alimentar a un hijo, arropar a una amiga o curar a un enfermo) y requiere, por lo general, de una mezcla de iniciativa personal y organización colectiva, muchas veces clandestina.


Para terminar esta entrada, me gustaría compartir una utilización reciente de ese "cuidar político" y feminista, elaborado de forma colectiva al rededor del performace "Un violador en tu camino" del grupo chileno Latesis:







 
 
 

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